Así me gusta, que las cosas queden pronto bien claras. Con el arranque de este nuevo año empiezan a conocerse algunas estrategias para la larga campaña electoral que se avecina -la última de Rajoy-. La llamada bomba de Vic no ha hecho más que poner en evidencia que el tema de la inmigración va a contar mucho en la busca y captura del voto en la sucesiva cadena de comicios que se producirán de aquí al 2012. Y la manipulación del instinto patriótico de supervivencia, o sea la xenofobia, será un factor importante en la lucha por el poder de los diferentes lobbies políticos que se lo disputan.
"En España no cabemos todos, en Cataluña no cabemos todos", ha dicho la respetable xenófoba del PP ¿catalán? Alicia Sánchez Camacho. Y después de una década de satisfactoria y beneficiosa explotación del inmigrante es el momento de expulsarlos del país para que no nos jodan más. Bravo por ella y por su partido, que está dispuesto a cualquier cosa con tal de disputar el voto de ultraderecha -nacionalista o españolista- a los otros adalides de la xenofobia como los democristianos catalanes, por poner un ejemplo.
Pero el verdadero problema no es que lo más cavernícola del PP salga a flote. Lo realmente peligroso es que para evitar la previsible escalada xenófoba entre quienes más sufren la crisis, es decir los de siempre, a estos ¿socialistas? que nos gobiernan les entre la tentación de endurecer las leyes de inmigración con tal de evitar una sangría de votos que posiblemente se produzca. Y así, con todo el talante del mundo, en plena conjunción planetaria, se articulen medidas nada coherentes con la alianza de civilizaciones y que supongan, de una u otra manera, la disminución de derechos de los más desfavorecidos del planeta que intentan buscar en nuestro país un futuro menos horroroso.
Porque no conviene olvidar que en la gestación de la bomba de Vic estaban a pachas los concejales de CiU, Esquerra y el PSC, y que el ínclito Montilla ya ha matizado que abordando desde una perspectiva 'buenista' el fenómeno migratorio, la clase política se equivocará y facilitará argumentos "a los xenófobos y a quienes quieren romper la convivencia".
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