Que nadie piense que ser admitido entre los millonarios de Davos sale gratis. Para llegar a obtener el derecho a pronunciar un discurso ante tan selecto auditorio es necesario bajarse los pantalones un poquito más antes de entrar en la sala. Y eso ha hecho nuestro Zapatero eligiendo este escenario para anunciar una inconcreta e incoherente nueva ensalada de reformas que aceleran el constante giro a la derecha del autonominado socialismo español.
Que nadie dude que la reforma laboral está en puertas ahora que se retrasa la jubilación -¿acaso quedarán para entonces trabajadores de más de 60 años?-; ahora que se aplicará un plan de austeridad de 50.000 millones -¿saldrán de las inversiones públicas, las únicas que existen?-.
Esto no quedará así. Como los sondeos dan un lento pero continuo ascenso del PP, los siguientes movimientos del gobierno seguirán la senda de girar a la derecha en cuestiones fundamentales, es decir la economía, para intentar quitarles suelo y a un tiempo obligarles a girar también más a la derecha. Claro que esta tentación ultraneoliberal ya está en los genes populares y nada les costará.
Pero, además, Zapatero se equivoca si piensa que con estas medidas va a conseguir saciar a la bestia liberal. La historia nos ilustra que tiene un estómago pantagruélico.
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